14/04/2016

Opinión

Por Martín Faciano

Cristina jugó de local en Comodoro Py

El retorno de CFK al centro de la escena política, mediática y judicial, resulta quizás el hecho político mas trascendental desde que dejó de ser la primera mandataria.

Por Martín Faciano | El título de este artículo no se refiere la masiva movilización de militantes que acompañaron a la ex Presidenta, sino más bien al sentido de oportunidad y la capacidad política de la mandataria para ratificar su liderazgo, a la vez que logró transformar una instancia judicial en un hecho político sin precedentes.

En un contexto particular en el cual no solo la economía pareciera plancharse, sino que la política también, Cristina Fernández de Kirchner, demostró suficiente astucia política para aprovechar la fuerza de sus adversarios y volver a situarse en el centro de la escena política y mediática.

Mientras Mauricio Macri se desgasta realizando “el mínimo esfuerzo posible” en sostener la gobernabilidad apoyándose en Gobernadores, Senadores y Diputados de otras fuerzas, más que en la construcción de una hegemonía política que le posibilite consolidarse para luego prescindir de jugadores que no sean de su equipo, la reaparición de Cristina Fernández de Kirchner sacude el tablero y genera dudas e incomodidad en toda la dirigencia política. Quienes seguramente sienten más el cimbronazo son aquellos (y aquellas) que buscando despegarse rápidamente del Frente Para la Victoria, empezaron a coquetear y negociar con el macrismo desde el mismísimo 23 de Noviembre. 

El sacudón, entonces, poco tiene que ver con el acompañamiento masivo de militantes que concurrieron no solo a Comodoro Py, sino a distintos “puntos de aliento” a lo largo y a lo ancho del país. El tembladeral tiene que ver específicamente con la puesta en evidencia de la incapacidad de la dirigencia política de avanzar en la construcción o identificación de un liderazgo político capaz de eclipsar, o por lo menos no ser opacado, por la figura de Cristina.  

Es que, en ese sentido para Gioja, Scioli, Urtubey, Massa, Macri o todos aquellos que pretendan tanto conducir al peronismo como a los destinos de la patria, la herencia que mas pesada les resulta es el liderazgo de la ex Presidenta, que si bien hoy no detenta la chapa de presidenta ni los recursos del Estado, pareciera tener y ostentar el monopolio absoluto de la política. O por lo menos pareciera ser el único actor político que apuesta en pleno a la politización de la sociedad, mientras que el resto de los referentes, interpretando erróneamente un falso clima de época traído por los “Buenos Aires” del cambio, deciden apostar a  la construcción de perfiles más farandulezcos, a la vez que niegan los conflictos por intereses antagónicos propios de cada proyecto político, o reducen la política a una cuestión de roscas circunstanciales determinadas por necesidades pragmáticas siempre cambiantes.

La apuesta a la política y a la politización de la sociedad, hecha por Cristina y previamente por Néstor, tiene que ver fundamentalmente con la capacidad de marcar una agenda política y con la pretensión de conducir un proceso político. Así como no es lo mismo marcar una agenda política que manejar una agenda mediática, tampoco es lo mismo demostrar voluntad de poder que tener ambiciones políticas. Lo primero tiene que ver con cualidades políticas, lo segundo lo conversamos. Esa es la diferencia sustancial entre la ex mandataria y el resto de los dirigentes, quienes se preocupan más por instalarse mediaticamente para intentar pegar un batacazo electoral en cualquier momento, que en un armado estrictamente político que se sustente en el tiempo y posibilite la conducción de un proceso.

El hecho político sin precedentes que generó Cristina Fernández de Kirchner en Comodoro Py, logró un considerable impacto en ambas agendas. Las implicancias en el plano de lo político se verán más quizás en un mediano plazo. Habrá tiempo entonces para ver por un lado, si las organizaciones del kirchnerismo aprendiendo de sus errores previos, logran ampliar su base de representación y avanzar en la construcción de un gran frente ciudadano. El desafío en ese sentido, no es tanto incluir a quienes nunca se sintieron representados por el FPV, sino más bien lograr una apertura que posibilite el cómodo retorno y la integración de todos aquellos que hasta hace poco fueron señalados como traidores y mariscales de la derrota.

Por otro lado, habrá que ver si en un acto reflejo la dirigencia del FPV- PJ se logra consolidar cumpliendo el rol de oposición política, o si finalmente aquellos que quieren un peronismo sin CFK trabajan para producir la ruptura y dispersión definitiva del bloque.



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